Era un día histórico para unos, un partido importante para otros. Osasuna se jugaba mucho en ese partido, más se jugaba el Real Madrid, ser campeon de la liga de las estrellas. Pero, a mí ese último punto me importaba más bien poco.
Fui a ver el temido partido, temido por el encontronazo entre las dos aficiones; "navarros unos, españoles otros". Les prohibieron la entrada, les adviertieron de no vender las entradas a los ultras, pero, el equipo de la capital española se las facilito y ocuparon una de las gradas, quizás con la intención de que los jugadores tuviesen con quien celebrar el triunfo.
Los radicales llegaron solos a Pamplona, pararon a mear en los arboles de la famosa universidad navarra y se pasearon como cualquier otro vecino por la capital. ¡Quién pudiera hacer eso siendo vasco o navarro por Madrid el día de partido! Que yo sepa no hubo incidentes, pero, bien que podía haber pasado algo y gordo. Llegaron al campo una hora antes del partido, ondeando banderas españolas, provocando la ira de los rojillos, y además resultaría que en caso de ocurrir algo los navarros serían los culpables. Volaron botellas y mucho que no volaron piedras. Pero, por suerte no paso nada, o al menos que yo sepa.
Del partido mejor no hablar, la ilusión del gol de penalti duro un minuto. De insultar los navarros a los madrileños pasaron dos minutos para que los insultos fuesen a la inversa. El Real Madrid gano la liga y Osasuna duerme en puestos de descenso.
Hoy unos habrán ido de resaca a trabajar, otros de mala gaita, otros seguiran dormidos después de trabajar toda la madrugada para contar las celebraciones de la cibeles. Pero el tema no va más allá, sigue siendo un deporte, para que darle más vueltas...