martes, 12 de mayo de 2009

Sigue habiendo gente hospitalaria

Hace unos meses nos mudamos a vivir a un pueblo que rondará los 400 habitantes. Nuestra llegada fue algo novedoso para los vecinos veteranos dentro de su rutina diaria. Ver las persianas de la casa que se suben y se bajan, coches aparcados en la puerta o que alguien sale de la puerta del número 10 genero más de una conversación, seguro. Poco a poco nos hemos ido dejando ver por las calles del pueblo y del pueblo vecino que solamente lo separa una carreterilla. Conocimos a nuestro vecino de al lado y gracias a quien nos entrega el correo conocimos a otros dos vecinos, también visitamos la panadería, el bar, la sociedad e incluso la tienda ultramarinos y ya empezamos a ser dos caras conocidas. Para muchos somos otros dos nuevos vecinos que han llegado hace poco, pero, en este pueblo todos demuestran ser hospitalarios. Todo el mundo se saluda entre sí, se da los buenos días y el trato con los vecinos de cerca no puede ser mejor. El vecino que conocimos por las cartas nos regala lechugas que acaba de recoger de su huerto de vez en cuando y nos anima a salir a jugar al frontenis. Y ayer recopile otra anécdota para contar. Volví en autobús desde mi puesto de trabajo al pueblo y en el camino conocí a una nueva vecina veterana. Además de mostrar el típico interés de quien soy, de donde vengo, donde vivo y que hago aquí, me intentó buscar cuadrilla en el pueblo, incluso hasta un novio de la hermandad para salir de fiesta el viernes que es San Isidro y al final me dijo donde vivia por si necesitaba cualquier cosa. Graciosa batallita para contar en el futuro. Yo creía que gente así ya no quedaba, pero, ayer volví a ver que sigue habiendo gente hospitalaria y que se preocupa por conocer a sus vecinos.

3 comentarios:

Paco Becerro dijo...

Es que la vida en los pueblos de pocos habitantes es mucho más humana que entre los de la gran ciudad.

Llevo 15 años en mi bloque, de solo 16 vecinos, 4 por planta, y solo conozco a los de mi piso, y de vista a 3 ó 4 más.

Y nadie me regala lechugas.

Julia Igúzquiza dijo...

Pues sí, en los pueblos es así. Se conoce todo el mundo y aunq tú nolos conozcas fijo que a tí sí.

atikus dijo...

Supongo que la vida de la ciudad tiene susventajas y sus inconvenientes, entre ellos el que acabas por no conocer a nadie por el ritmo de vida que tienes, pero eso es culpa de todos, no sé, quizás podría cambiarse no?...yo procuro en las tiendas decir mi nombre y preguntar que tal estan, pero en otras se me pasa,,,es cosa de todos.

bss